Hoy en día se ha convertido en una frase hecha que conoce la gran mayoría de los mortales. El popular dicho “sólo sé que no sé nada” es algo que puede decirte desde el alto directivo de un banco internacional hasta el tendero del puesto de frutas del barrio. En absoluto se considera una afirmación con connotaciones filosóficas o profundas del conocimiento humano. Sin embargo, su origen sí que lo fue y acuñó muchas corrientes de pensamiento hace siglos.
Si alguien te contesta “sólo sé que no sé nada” a una pregunta, está claro que lo que trata de decirte es que desconoce la respuesta correcta. O que estás complicando muchísimo una conversación. Podría ser hasta una respuesta chistosa a una pregunta de examen que saque una sonrisa al profesor. Y, sin embargo, el autor de “sólo sé que no sé nada” lo dijo muy en serio. Y no, no pretendía transmitir su incompetencia o su inopia arraigada de una forma rimbombante y grandilocuente. Más bien todo lo contrario.
¿Quién dijo "sólo sé que no sé nada"?
El autor de esta célebre frase es el filósofo Sócrates en el siglo V a.C. Aunque lo cierto es que no existen fuentes directas de las circunstancias en las que esto ocurrió, sino transcripciones de sus comentarios por medio de uno de sus discípulos más aplicados, Platón. De hecho, el origen de la leyenda convertida en dicho popular nos llega a través de los diálogos de Platón en su obra Apología de Sócrates, hace 2.500 años.
En este libro antiguo se narra el discurso que dio Sócrates ante los tribunales en Atenas, cuando fue acusado de sacar a los jóvenes del buen camino, corrompiéndolos con sus enseñanzas y ateísmo y hacer temblar los pilares en los que se sustentaba la sociedad griega de la época. A pesar de sus elocuentes palabras, fue condenado a muerte por la justicia y acató las leyes. Así, su obediencia y trágico final se convierten perfectamente en un ejemplo de pensamiento filosófico e intelectualismo moral. ¿Por qué? Porque su propia filosofía le llevó a dudar de sí mismo, así que no pudo defender su inocencia con total seguridad ante el juez.
Sócrates está considerado por muchos el primer representante de la filosofía como forma de vida, en la que teoría y práctica se unen en un ideal pragmático que rige la existencia. Es el padre de la mayéutica y del conocimiento de uno mismo mediante la profundización y el diálogo interrogativo. Pero, ¿en qué contexto formuló la frase “sólo sé que no sé nada”? Tras consultar la obra de Platón podemos contarlo con palabras y ejemplos más sencillos de trasladar a la modernidad.
Mientras tenía lugar el juicio de Sócrates, su amigo Querefón acudió al oráculo de Delfos para averiguar si había alguien más inteligente que el filósofo en el mundo. Las adivinas le confirmaron que nadie era más sabio que Sócrates. Al enterarse el mencionado, lo consulta con personas que él considera poseen sabiduría, como políticos, poetas o artistas. Todos los individuos a los que pregunta creen saberlo todo también, siendo esa la principal diferencia. “Si yo soy el más sabio es porque no creo saber lo que no sé, eso es lo que me distancia de los hombres sabios”, concluye Sócrates. De esta forma, sienta la base de su pensamiento que llega hasta nuestros días. “El más sabio de los seres humanos es aquel que sabe que no vale nada en los que se refiere al saber”. Es decir, ellos creen que lo saben todo y son menos sabios que él, así que el reconocimiento de no saberlo todo debe de ser mayor y más sabio todavía.
De esta forma, el autor de “sólo sé que no sé nada” hace suyo el objetivo de conseguir que el resto de sus compatriotas sean conscientes de su no saber. Es decir, de su desconocimiento. Y para ello, él mismo parte de la ingenuidad.
¿A qué se refería Sócrates con "sólo sé que no sé nada"?
Como acabamos de establecer, “sólo sé que no sé nada” tiene un significado mucho más profundo que el de denotar ignorancia por una determinada asignatura. De hecho, lo que demuestra es una ingenuidad docta, la conjunción de un sabio ignorante que pregunta a su alrededor para concluir que sí, que la gente sabe cosas técnicas. Pero que desconoce lo que de verdad es importante saber, la forma de vivir.
Este afán de preguntar para demostrar la ignorancia del prójimo da lugar a lo que hoy en día conocemos como mayéutica, un método irónico que ayuda mucho a bajar el ego y no tomarse en serio a la propia persona. Para Sócrates, el saber no es un conjunto de información transmisible como se entiende tradicionalmente. Su filosofía es poner en duda el saber de quien está a su alrededor, para finalmente concluir que nadie tiene finalmente el conocimiento absoluto. ¿Qué ocurre entonces? Que se llega a una inconclusión, imposible de cerrar o solucionar.
Para que nos entendamos, Sócrates comienza poniendo en duda a su interlocutor y lo que él afirma saber. A continuación, el filósofo le hace ser duramente consciente del desconocimiento verbalizado, de no saber las razones por las que piensa una cosa o cree otra. Esto lleva al individuo no solo a plantearse su saber, sino también su propia persona. Porque si su vida se ha regido por el conocimiento que tiene de lo que le rodea pero de pronto descubre que ese conocimiento es falso, ¿cómo no dudar de toda su vida?
De esta forma, ahora ya podemos decir que sabemos de qué hablamos cuando alguien nos responda “sólo sé que no sé nada” y conocer lo que se denomina el diálogo Socrático y todo lo que éste conlleva. Como él bien dice en la Apología de Sócrates escrita por Platón, “una vida sin examen no tiene objeto vivirla para el hombre”. Así que ya sabemos de lo que se habla, aunque ¿lo sabemos realmente?
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