80 AÑOS DE IDEAS INFINITAS
(Tomado del texto publicado en el Directorio 2013, publicado en coincidencia con el 80° Aniversario de la AAP)
En 2013, la publicidad argentina ya lleva más de una década exhibiendo con orgullo su pertenencia al Club de los Cinco: sólo Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Brasil y la Argentina estuvieron en las catorce ediciones del Gunn Report (el informe estadístico anual de los festivales de publicidad más importantes del mundo) entre los diez países más premiados del planeta. Pero decir que fue siempretop ten, sin faltar nunca, es decir poco, puesto que, en realidad, la Argentina nunca bajó del sexto puesto: ocupó tres veces esa posición y fue cinco veces quinta, dos veces cuarta y cuatro veces tercera.
¿Y de dónde proviene la magia creativa de un país que por cantidad de habitantes y por volumen de mercado está muy lejos de los puestos de vanguardia global? Porque Estados Unidos ostenta la mayor facturación publicitaria del planeta; Alemania, la cuarta; Inglaterra, la quinta; y Brasil, la sexta; pero la Argentina aparece recién en el puesto número 26 de ese ranking de mercados.
Para hallar la explicación hay que viajar ochenta años hacia atrás, al nacimiento de la Asociación Argentina de Agencias de Publicidad, ocurrido como resultado de dos grandes fuerzas aunadas: por un lado, las enormes transformaciones sociales y económicas que experimentó el país durante toda la década de 1930; por otro, la mirada a largo plazo de varios publicitarios que supieron que era el momento indicado de empezar a abandonar el oficio y abrazar poco a poco la verdadera profesión en que hoy se ha transformado la publicidad argentina.
El publicitario francés Robert Guérin, alma creativa de L’Oreal durante décadas, dijo alguna vez que “el aire que respiramos es un compuesto de oxígeno, nitrógeno y publicidad”. En pocos países del mundo ese axioma se vive no sólo en el consumo visual y auditivo de las personas, sino también en las conversaciones de sus habitantes: en la Argentina, la gente común respira publicidad. En ciudades como Buenos Aires, Córdoba o Rosario, un comercial es tema de conversación en la familia, en el bar con amigos y en el trabajo, tanto como un resultado deportivo o una acción de gobierno.
Y fue justamente 1933, el mismo año en que empezó a construirse el Edificio Kavanagh (foto) —que con sus 110 metros de altura y sus 30 pisos sería en su inauguración el más alto de Latinoamérica y la estructura de hormigón armado más alta del mundo—, el momento en que esa magia creativa empezó a tomar forma, con la fundación de la AAAP.